¿A quien no le ha pasado que después de una discusión se siente culpable de lo que ha dicho o como lo ha dicho?, ¿con rabia por no haber sabido exponer sus ideas?...
Pues bien, eso que llamamos asertividad está relacionado con no sentirnos culpables por defender nuestra posición frente a una cosa o un acontecimiento.
La asertividad es un estilo de comunicación en términos de igualdad y respeto para conmigo y para con mi interlocutor.
Asertivamente expresamos, de manera sincera, nuestros pensamientos, sentimientos o creencias y los defendemos de forma tranquila, sin ansiedad, sin agresividad. Así mismo hacemos que prevalezca nuestro derecho de hacer, pensar y sentir de acuerdo a nuestro propio criterio; a la vez que entiendo y respeto que la otra persona, igual que yo, tiene el derecho de hacer, pensar y sentir de acuerdo a su propio criterio.
A la hora de hablar del estilo asertivo, solemos hacerlo también del estilo agresivo y del estilo pasivo. Digamos que estos tres estilos son formas de comunicarnos. En un extremo encontraríamos el estilo agresivo, en el extremo contrario el estilo pasivo y en medio el estilo asertivo. (A veces se suele hablar de combinaciones de los otros dos estilos, por ejemplo pasivo agresivo)
Estas formas de comunicarnos no se encuentran en estado puro, cada persona tiene tendencia hacia alguno de los tres, pero depende también de la situación a la que se enfrenta.
Quienes con frecuencia usan el estilo agresivo, anteponen sus derechos sobre los derechos de los demás y quieren imponer como debe ser el comportamiento de los otros; llegando en muchas ocasiones a insultos y malos tratos (comentarios hirientes, ridiculización, sarcasmos). Este comportamiento suele afectar a la amistad y al afecto.
Quienes se caracterizan por utilizar el estilo pasivo no expresan sus sentimientos y pensamientos y si lo hacen es de manera poco efectiva (con temor, sin confianza). Suelen dar mayor peso a los deseos de los demás, por encima de los suyos propios, con lo cual muchas veces no hacen lo que realmente quieren. Este estilo provoca explosiones de enojo causados por tanto aguantar.
Con el estilo asertivo se expresan directamente los sentimientos y se defienden con seguridad, pero amablemente los propios derechos y se evita pasar por encima de los derechos de los demás. No se amenaza, no se castiga, no se manipula al otro. Es decir que se mantiene un equilibrio entre los derechos propios y los de los demás. Las personas asertivas se ven seguras de si mismas y trasmiten confianza a los demás.
PASIVO: TU TIENES DERECHOS, YO NO.
AGRESIVO: TU NO TIENES DERECHOS, YO SI.
ASERTIVO: TU TIENES DERECHOS, YO TAMBIÉN.
¿Cuál de estos estilos identificas en tus relaciones con los demás?
Es importante saber que en psicología se utilizan métodos para entrenar la asertividad, ganando con ello calidad de vida, pero primero hace falta querer hacerlo...
psicordizia@gmail.com
Móvil 650412123 / 681397124
Esto es genial. Me parece que me identifico como una persona asertiva, no siempre, por supuesto, es bastante difícil hacerlo. Y a esto voy, qué ocurre con los interlocutores? si yo me comporto como una persona asertiva y la otra pasiva? y con una agresiva? cómo encauzar una conversación si no todos somos iguales? me refiero a que si la otra persona se muestra pasiva...acabas volviendo tu asertividad en agresividad. Y si te encuentras con alguien pasivo...en algo frustrante!!
ResponderEliminarSi hablas con alguien que es pasivo, caes en la tentación de manipularlo y si das con alguien agresivo, acabas por temer los enfrentamientos.
Podéis darle una vuelta a esto? sería interesante.
Muchas gracias,
Edurne
Hola Edurne, gracias por leernos y por inaugurar los comentarios del blog.
ResponderEliminarCon respecto a lo que comentas, primero que todo felicitarte por eso de que eres asertiva y sí, es cierto, es muy difícil. De todas maneras no es posible ser asertivo siempre, explicándolo gráficamente podríamos decir que la agresividad está en un extremo, la pasividad en el otro y la asertividad en medio. Digamos que es un continuo sobre el cual nos movemos, en determinadas circunstancias nos desplazaríamos hacia uno u otro lado, lo importante es estar la mayor parte del tiempo en torno al medio.
Ahora, sobre la reflexión que nos planteas: es necesario tener en cuenta que la asertividad NO es una forma de persuasión, está más relacionada con el respeto hacia uno mismo y el respeto hacia los demás. Las conversaciones que mantenemos en el día tienen diferentes matices y la asertividad entra en juego cuando yo respeto que el otro, por su forma de ser, puede actuar de manera pasiva o agresiva. Cuando se identificar como me afecta esa actitud y tomo una posición “sana” para mi, respetando la posición del otro.
Vamos a publicar otra entrada con los derechos asertivos que complementan este primer artículo. Esperamos que te sea de utilidad